Resumen:

La deconstrucción derridiana constituye una puesta en encrucijada del concepto de “humano” —y de la tradición filosófica que conlleva—en relación con la opacidad de términos que tal concepto, en su sistematización, ha obligado a permanecer olvidados. Sin embargo, en esa encrucijada, en la multiplicidad de caminos que la atraviesan, se mantiene un casillero vacío, en tanto lugar de una plenitud que lejos de colmar, exacerba una interrogación continua. Lo humano—así neutralizado por el artículo que suplementa el término central del sintagma—denuncia la necesaria existencia de lo otro, de “lo animal” para definir su propio concepto. Esta puesta en evidencia no implica sólo un corrimiento de fronteras en el campo del pensamiento, sino la imperiosa exigencia de que la filosofía se atreva a pensar lo humano de manera inaugural, es decir, a partir de su tradición histórica y en contra de ella.