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Este libro es el resultado de una investigación doctoral en psicología que indagó la posibilidad de que los adolescentes asuman la responsabilidad por los crímenes realizados, lo que Lacan denominó asentimiento subjetivo. Esta investigación parte de una concepción de sujeto como efecto de la cultura, sobredeterminado por los escenarios que lo instituyen, por lo cual las posibilidades de que el autor de un crimen asuma su responsabilidad están estrechamente ligadas a las respuestas que la sociedad le dé a su acto. A estas últimas las ubicaremos como un ritual que denominaremos Sistema Penal Adolescente.

El autor se indaga si las liturgias penales destinadas a adolescentes favorecen o dificultan el asentimiento subjetivo, para ello recorre a preguntas tales como: ¿Qué marcas inscribe el Sistema Penal en la subjetividad del adolescente? ¿Cuáles de ellas favorecen el asentimiento subjetivo? ¿Cuáles lo dificultan? ¿Estas liturgias transmite acerca de lo permitido y de lo prohibido? ¿Puede poner a circular la ley nuevamente, allí donde ha sido cuestionada por el crimen?

La investigación cuenta con un material de trabajo privilegiado gracias al desempeño del autor como miembro de los equipos técnicos de dos dispositivos del Sistema Penal Adolescente de Tucumán (Argentina), por lo cual pone a disposición del lector un considerable número de casos en los que se llevaron a cabo procesos clínicos. Esta amplia casuística dará testimonio de las marcas subjetivas que el Sistema Penal imprime sobre estos sujetos, y permitirá analizar y buscar respuestas a las preguntas planteadas; también incluye testimonios directos de diferentes actores estratégicos como ser jueces, funcionarios judiciales y gubernamentales, psicólogos, etc.

Esta articulación permite pesquisar las consecuencias del crimen en el sujeto que lo llevó a cabo, como así también la cuestión de la responsabilidad subjetiva del criminal o asentimiento subjetivo. Es decir, indaga la posibilidad de que un sujeto introduzca su acto en su historia y reconozca allí una culpa que le compete, lo cual le permitirá responsabilizarse y reconstituir, de este modo, la ley simbólica que lo sostenía, y que había sido dañada por su crimen.